jueves, 28 de junio de 2007

Comunicación y esperanza

El proyecto contó con cuatro espacios dispuestos en lugares diferentes para que cualquier persona se acercara y participara escribiendo sobre alguna situación que le causara desesperanza. Los ejemplos fueron bastante disímiles: desde la soledad y el desamor, hasta la guerra en Colombia y algunos problemas relacionados con el arte.
¿Y por qué desesperanza? La ecuación era obvia; tenía un barrio y unas personas que me hablarían de esperanza (aún cuando necesariamente no la tuvieran) así que necesitaba del equilibrio que aquellas cartas me ofrecían.

Espacio de trabajo en el Museo de la Universidad de Antioquia

Los trabajos enmarcados dentro de la estética relacional no pretenden en ningún momento crear radiantes utopías que libren a la humanidad de problemas que quizás la política o la ciencia estén en mayor capacidad de resolver. El equilibrio al cual me refiero refleja precisamente esa imposibilidad de hablar solo de esperanza; la vida puede llegar a ser cruel e injusta y el arte está también en capacidad (y casi en deuda) de abordar esos temas.
Como señalé en varias ocasiones, el proyecto solo pretendía oficiar como medio en la creación de un canal de comunicación entre personas que no se conocieran...que la excusa fuese la esperanza, el arte, o los gustos musicales es lo que menos importa.

Una selección de cartas en el Palacio de la Cultura
(día de inauguración)

Correos La Esperanza surge en momentos en los que los centros comerciales, los supermercados, las estaciones de servicio y las famosas autopistas de la comunicación, con sus peajes y áreas de descanso, surgen amenazantes y se imponen como la única manera de llegar al otro.

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